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viernes, 11 de abril de 2008

La Encina Centenaria

Foto cedida por Carlos Velayos
Gracias Carlos


Hace ya tantos años que acumula recuerdos…

Como cualquier anciano, gozaría compartiendo sus vivencias con los demás pero por su condición  de árbol, una encina centenaria,  no puede hablar. 
Le cuesta tanto no mezclar en su particular mente,  el fuego de aquel rayo que le hizo tanto daño, que quebró y quemó parte de sus ramas, con el fuego que desprendía la pasión de aquella pareja amándose bajo su sombra, y que también quebró y quemó parte de su espíritu, ya que entonces, quiso ser humano…
Y… ¿Cómo separar su gozo al sentir la suave brisa de verano, del placer que le regalaban los rayos de sol con sus caricias en invierno?, ¿Cómo recordar si lo pasaba peor soportando las duras escarchas y nevadas del frío invernal o los imparables golpes de los rayos del ardiente sol durante el caluroso verano?
Todo se mezcla hoy en su esencia de árbol, imágenes de pájaros ahora surcando los cielos en la distancia y después posándose a descansar a la sombra de sus ramas… los nidos que construirían con paciencia al abrigo de su follaje, las recién estrenadas parejas de aves en primavera; sus alegres cantos cortejando a la amada y los débiles sonidos emitidos por los pajarillos al nacer, reclamando su alimento…
El zumbido de la abeja y la delicadeza del baile de las alas de las mariposas… Las florecillas silvestres, ahora blancas y amarillas y después rojas, hoy margaritas y despues … amapolas.
Y podría seguir durante horas, días, meses e incluso años… El tiempo dejó de existir, sólo sus canas en forma de espesa capa de musgo verde le recuerdan su edad; para él los años no pesan, lo que pesa es el gran número de recuerdos que recorren sus entrañas, todo su ser a la par de su sabia.

1 comentario:

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